Ad deum non acceditur
passibus corporalibus
TOMÁS DE AQUINO
Esto es lo que nunca nuestros antepasados
hicieron, desplazarse por la ciudad, de un punto
hasta otro cruzando los dominios del viento.
Materiales de última generación construyen
estos cuerpos humanos. Son más que decatletas.
Con los ojos cerrados rezan estas palabras:
Si tengo todo el tiempo por delante,
tengo todo el espacio por delante.
¿Cuántas curvas podrán engendrar con un salto?
Trazarán contra el cielo un fugaz acueducto
sin sufrir contusiones. Se han vuelto invulnerables
al mobiliario urbano. Cuando caen los espera
el asfalto, el granito transformado en alfombra.
Los obstáculos forman parte
de la belleza.
¿Qué harán con el regalo de la elasticidad?
Mostrarlo. Compartirlo. Anticipar futuro.
Rozar con los talones las ramas de los árboles.
Superar la muralla abriendo una parábola.
¿Qué harán con el regalo de la elasticidad?
Mostrarlo. Compartirlo. Anticipar futuro.
Rozar con los talones las ramas de los árboles.
Superar la muralla abriendo una parábola.
Nadie se acerca a Dios con los pasos del cuerpo.
Se lanzan como dardos desde las azoteas.
Desconocen el vértigo. Tal vez ya son ingrávidos.
Quedan cuando amanece. Silenciosos practican
equilibrio de gato sobre la balaustrada.
El verdadero don no es la
musculatura,
sino la voluntad.
sino la voluntad.
Juan Antonio González Iglesias
Del otro lado del amor.
Ed. Visor.
Hace unas semanas hablaban
durante un recreo A y B, profesores de Educación Física y Literatura
respectivamente, cuando el primero, no sin pasión y reivindicativo, le dijo a
su colega: “Es la
actividad física en sí tan inherente
al ser humano como lo puede ser la necesidad de expresar algo a través del arte
de las letras. Es algo tan liberador, tan emocionante, tan divertido, tan
necesario para poder encontrarnos a nosotros mismos como lo pueda ser la
poesía. Es esta, mi querida actividad física tan maltratada por la escuela y
sus componentes, la que nunca llega a ser valorada en su justa medida. Pero
ahora es el momento para ensalzarla y ponerla a la altura que se merece, la
altura de las más altas formas de expresión humana que existen: música,
pintura, literatura… En este mundo tan deshumanizado y falto de relaciones y
vínculos, se hace muy necesario relacionarnos, jugar, movernos, tocarnos,
ponernos de acuerdo… En definitiva, ser nosotros mismos para así poder
desarrollarnos como personas. Es por ello que se hacen imprescindibles la
actividad física y la poesía en nuestra sociedad”.
Entonces, los dos compañeros
hablaron sobre la conveniencia de hermanar en una semana el deporte con la
poesía, y celebrarlo con entusiasmo; pues el primero goza de gran prestigio entre
el alumnado y, sin embargo, no tanto entre el profesorado. Y, al revés, la
Literatura está más valorada en el lado de los profes. Así, pensaron que ambas
podían defenderse mutuamente. Y con esta idea en la cabeza, B, el de
Literatura, recordó un libro llamado Olímpicas
(2005), de un poeta salmantino llamado Juan Antonio González Iglesias; en
su opinión, un poeta fundamental. Y siguió hablándole a A: “Es
este un libro de poemas escritos a
la manera de Píndaro: el célebre poeta de la Grecia clásica que cantó en sus
versos las gestas de los héroes olímpicos, considerando que el triunfo del
atleta equivale al triunfo de lo Hermoso y Bueno sobre la Mediocridad. De esta manera, González Iglesias actualiza en sus
páginas, para el siglo XX y XXI, el sentido original de las olimpiadas griegas”.
Es por este motivo, dijo B a su compañero, por el que cualquier amante del
deporte o de la poesía debería de leerlo.
Parkour, el
poema de esta semana, no forma parte de este libro, por no ser éste un deporte
olímpico, aunque la mágica manera de mirar la actividad física por parte del
autor en estos versos crea la misma emoción y percepción de belleza en el
lector que en los poemas del libro mencionado. Si A y B, después de muchas lecturas y
conversaciones, lo han escogido, es porque, aun siendo un deporte menos
conocido, creen que puede resultar muy atractivo para sus alumnos. El Parkour,
nacido en Francia a finales del siglo XX, es, así lo llaman quienes lo
practican, el arte del desplazamiento,
tanto por la ciudad como por el bosque; los traceur,
si es hombre, o traceuse, si es mujer, van sorteando libre y fluidamente las construcciones y los
obstáculos que no estaban previstos en su camino. Su filosofía, como metáfora
de la existencia, es siempre avanzar, no pararse nunca aunque surjan problemas.
Si interrumpe algún obstáculo, como en la vida, hay que seguir siempre adelante…
Para acercarse un poco más a esta actividad, y
reconocer cada verso leído en imágenes, os invitamos a disfrutar de la
espectacularidad de este vídeo:
Juan Antonio González
Iglesias (Salamanca,
1964). Doctor en Filología Clásica. Su temprana vocación humanística se inclinó
progresivamente hacia el estudio y cultivo de las Letras. Tras su tesis
doctoral (Estudio del género del diálogo en autores
latinos tardíos), completó en Florencia y en París su formación en
Teoría de la Literatura y del Arte. En la actualidad, es profesor titular de
Filología Latina en la Universidad de Salamanca. Ha traducido, entre otros
autores y obras, el Arte de amar, de
Ovidio (Cátedra, 1993), Cuatro odas, de
Horacio (Rafael Inglada Ediciones, 1996) o las Poesías
de Catulo (Cátedra, 2006). González Iglesias es un poeta que
compagina modos coloquiales y recursos eruditos como nutrientes de una voz
adaptada a la dicción más sensual. En su poesía encontramos referencias que van
desde Dante o Aristóteles hasta Robbie Williams, desde las Meditaciones de
Marco Aurelio hasta las zapatillas Nike Air. El estilo característico de Juan
Antonio González Iglesias es reconocible desde las primeras líneas de cada
poema, con su depuración formal, sus encabalgamientos, su amalgama de
clasicismo y cotidianidad. Ha publicado La hermosura
del héroe (1995, Premio Vicente Núñez), donde cantaba, emulando a
Píndaro, a las glorias del deporte contemporáneo; ese mismo planteamiento daría
origen, unos años después, a Olímpicas (2005). Con
Esto es mi cuerpo (1997) obtuvo
un accésit en el Premio Jaime Gil de Biedma. Sus siguientes libros añadirían
coherencia y complejidad a su obra y le consolidarían como uno de los poetas a
tener en cuenta dentro de la lírica española de principios del siglo XXI. Eros es más (2007, Premio Loewe), tuvo una gran
acogida por parte de la crítica, que valoró especialmente su perfección técnica
y su capacidad para hablar del amor sin caer en tópicos ni recorrer caminos
trillados. Luis Antonio de Villena ha sintetizado así la figura de Juan Antonio
González Iglesias: “Salmantino antiguo, pindárico moderno, amante de la
flexibilidad, como cuerpo y energía, este refinado filólogo es un absoluto moderno.
Pero también (y quizá por lo mismo) un claro disidente”. Está incluido en las
antologías poéticas Selección Nacional, última poesía
española, de José Luis García Martín (1995), en Feroces: muestra de las actitudes radicales, marginales y
heterodoxas en la última poesía española, preparada por Isla
Correyero (1998), y, más recientemente, en Poetas de
los noventa (2007), de Luis Alberto de Cuenca. Su último libro de
poemas, Confiado (2015), publicado en la editorial Visor, obtuvo el XXXVI Premio
Internacional de Poesía Ciudad de Melilla.