Escribo
en defensa del reino
del hombre y su justicia. Pido
la paz
y la palabra. He dicho
«silencio»,
«sombra»,
«vacío»
etcétera.
Digo
«del hombre y su justicia»,
«océano pacífico»,
lo que me dejan.
Pido
la paz y la palabra.
Blas de Otero
Pido la paz y la
palabra
Ed.Lumen
Para qué vamos a engañarnos, asomarse al inabarcable
mirador del mundo a través de los medios de comunicación produce vértigo, mucho
vértigo:
IRAK SE ALÍA CON RUSIA, IRÁN Y SIRIA PARA COMBATIR AL
ESTADO ISLÁMICO.
ITALIA INSISTE EN QUE LA SITUACIÓN DE LIBIA NO PUEDE
MANTENERSE Y ABRE LA PUERTA A LA INTERVENCIÓN
ALEMANIA Y SUECIA ACELERAN LA EXPULSIÓN DE INMIGRANTES
PULSERAS
OBLIGATORIAS Y PUERTAS ROJAS “MARCAN” A LOS REFUGIADOS EN GRAN BRETAÑA
DINAMARCA
APRUEBA LA LEY PARA CONFISCAR BIENES A LOS REFUGIADOS
MOGUERINI: “EL ANTISEMITISMO AÚN ESTÁ VIVO EN LA UE
CIVILIZADA”
LA ONU VERIFICARÁ EL CESE AL FUEGO Y LA DEJACIÓN DE ARMAS
DE LAS FARC
MUERE A TIROS UNA PALESTINA DE 13 AÑOS AL ATACAR A UN
GUARDIA ISRAELÍ
NUEVE JÓVENES SECUESTRADOS EN UNA OLA DE VIOLENCIA EN
MÉXICO
DETENIDO EL MARIDO DE UNA MUJER ASESINADA EN AVILÉS
DIEGO, DE 11 AÑOS, ANTES DEL SUICIDIO: “NO AGUANTO IR AL COLEGIO”
Y
después de leer estas noticias, uno se pregunta si todos estos acontecimientos podrían haberse evitado
si cada uno de los implicados en cada uno de ellos hubieran pedido la paz, primero y, a continuación, la palabra…
Pido la
paz y la palabra, publicado en 1955, es
uno de los libros clásicos y míticos de posguerra, aunque leído ahora, podemos
apreciarlo también como un libro de una asombrosa actualidad. En él, su autor, Blas
de Otero, uno de nuestros más hondos poetas contemporáneos, perteneciente al
movimiento literario conocido hoy como poesía social (poesía de denuncia y
reivindicación de la libertad), grita en voz baja pidiendo la paz, un término subversivo
en la época, y luego la palabra (el propio autor tuvo que modificar algunos de
sus poemas para salvar la censura y poder publicarlos).
En
el poema (homónimo del libro del que acabamos de hablar), podemos advertir en
su corta pero intensa duración esa constante de la poesía de posguerra: la denuncia
social: Digo/”del hombre y su justicia”/”océano pacífico”,/ lo que me dejan…y
aquí es donde vemos cómo Blas de Otero realiza su queja y dice, solamente, lo que le dejan decir…Algo de lo que ya habíamos
hablado hace unas semanas con el poema Libertad
de Joan Margarit: en España, durante la dictadura franquista, los vencedores de
aquella guerra incivil quitaron a la mayoría de los españoles casi todo; incluso
la creación más valiosa y hermosa del ser humano: LA PALABRA.
El
motivo por el cual hemos escogido este poema como Poema de la semana, es
que hoy, 30 de enero del 2016, sábado, día en que escribo este comentario, celebramos El Día Escolar de la No-violencia y la Paz, conmemorando la muerte del líder nacional y espiritual
de la India, Mahatma Gandhi, el 30 de Enero de 1948, asesinado a tiros por un
fanático hinduista.
Así, el fin de semana nos sirve de bisagra, pues esta semana habéis comenzado a
realizar con Silvia una estupenda actividad para celebrarlo y, la próxima, la
continuaréis y seguiremos reflexionando con otras.
De
vuelta a los estremecedores titulares de la semana (las medidas de Gran
Bretaña, Suecia y Dinamarca contra los exilados de la guerra en Siria deberían
hacernos reflexionar acerca de qué Europa estamos construyendo), cabe
preguntarnos qué podemos hacer cada uno de nosotros, individualmente, en el
estrecho espacio de nuestra vida, para cambiar las cosas. Y, aunque sea difícil,
debemos de aceptar que no podemos cambiar el mundo, esto es evidente; no
tenemos ninguna varita mágica con la que detener un conflicto. No podemos
cambiar el mundo, insisto; pero sí podemos empezar a cambiarlo; y podemos
empezar a cambiarlo con pequeños gestos diarios. Y debemos de tratar de
hacerlo.
Mediante
la palabra, la humanidad a lo largo de la historia ha logrado grandes cosas.
Con ella, y esto es fundamental, podemos meternos en la piel del otro; sentir
su pensamiento y pensar su sentimiento, y llegar a ese estado de afectividad
compartida que los “modernos del idioma” llaman feeling, y que nosotros reivindicamos desde aquí como empatía, una
preciosa palabra insustituible, cuyo significado (como hemos apuntado más
arriba) quizá sea la clave de la paz que tanto anhelamos.
Busca
la paz interior que hay en ti, siéntete bien contigo mismo; cuanto más lo
hagas, mejor te enfrentarás a las dificultades que la vida te presente.
Resuelve tu pasado y no te obsesiones con los pensamientos que hablen de tu
futuro. No te dejes arrastrar por la envidia banal, la exigencia absurda o la
culpa pegajosa. Permítete sentir la tristeza y la alegría, el miedo y la
valentía; y escúchalos, puede que traigan para ti algún mensaje muy valioso.
Porque a veces la guerra nos la declaramos a nosotros mismos, es necesario
liberarnos de preocupaciones, estrés y sufrimientos innecesarios; y es
indispensable la calma y la tranquilidad que nos proporciona el
autoconocimiento, como mecanismo de control de uno mismo. Cuanto más nos
alejamos de nuestra paz interior, más cerca estamos de no respetar la de los
demás, y corremos el riesgo de caer en cualquier tipo de violencia. Así que
busca la paz que hay en ti y luego pídela a tus iguales. Pide la paz y la
palabra a la hora de levantarte, en el primer encuentro del día con tus padres
y hermanos; en el momento del desayuno; esperando a tu compañero o compañera en
la puerta de su casa; en la entrada del instituto antes de que suene el timbre.
Levanta la mano y pide la paz y la palabra a tus profesores y compañeros en
cada clase. También en el recreo, a tus amigos; en la salida y en el nuevo
encuentro familiar al llegar a casa; por la tarde, practicando vuestro deporte
favorito.
¿Qué
ocurriría si estos pequeños actos cotidianos se propagaran por el mundo como
una epidemia y contagiaran a toda la humanidad?
Esta
semana y siempre, quizá así podamos empezar a cambiar las cosas, PIDE
LA PAZ Y LA PALABRA…
BIOGRAFÍA BLAS DE OTERO
(Bilbao, 1916 - Madrid, 1979) Poeta español. Su obra, que
parte de la angustia metafísica para desembocar en lo social y testimonial, es
una de las más importantes de la lírica de posguerra, y un ejemplo del llamado
"exilio interior" que caracterizó a buena parte de la resistencia
contra el franquismo ejercida desde la propia España.
Educado con los jesuitas, estudió Derecho en Valladolid y
Filosofía y Letras en Madrid. En 1951, a raíz de un viaje a París, ingresó en
el Partido Comunista. Vivió largos períodos en Francia y en Cuba.
Sus primeros poemarios pusieron de manifiesto sus
inquietudes religiosas. En Cántico espiritual (1942), la influencia de
los místicos españoles se expresó a través de una fe inquebrantable, pero ya en
Ángel fieramente humano (1950) predominó el conflicto metafísico, con
exasperados diálogos con Dios en los que se alternan la súplica dolorida y un
sombrío nihilismo.
A partir de Redoble de conciencia (1951) el grito de
angustia individual se proyectó en lo universal, y reflejó el horror provocado
por los conflictos bélicos acaecidos en España y Europa. Posteriormente
apareció Ancia (1958), título formado con la primera y la última
sílabas, respectivamente, de los dos volúmenes anteriores, donde se incluyeron
bastantes poemas inéditos.
Ancia es quizá la mejor
parte de su obra: poesía bronca y "desarraigada" (en calificación de
su prologuista Dámaso Alonso), de imprecación religiosa y de intensa desolación
existencial; expresión asimismo de una poderosa energía verbal, con predominio
de formas clásicas (en especial el soneto), agresiva imaginería y juegos conceptistas,
coexistencia de niveles léxicos dispares (culto, coloquial), hábil recurso a la
armonía imitativa, empleo del collage. Esta lengua poética singularizará
siempre su poesía, a pesar de los cambios.
Pero fue Pido la paz y la palabra (1955) el libro que
señaló más claramente un cambio de rumbo en su lírica, que a partir de ese
momento puso en segundo plano su escepticismo existencial para proclamar una
nueva fe en la solidaridad humana y afirmar la necesidad de la esperanza
salvadora. La tarea primordial fue "demostrar hermandad con la tragedia
viva", lo que consiguió a través de un credo poético combativo y
comprometido.
En castellano (1960)
fue una prolongación de esta preocupación social, mientras que, frente a la
"inmensa minoría" que J. R. Jiménez declaró como destinataria de sus
versos, de Otero se dirigió a la totalidad de las gentes con libros como Con
la inmensa mayoría (1961) y Hacia la inmensa mayoría (1962),
compendio de su producción anterior. La voz áspera y agitada del autor, que
recordaba frecuentemente el tono crispado de Miguel de Unamuno, continuó
pronunciándose en Esto no es un libro (1963), Que trata de España
(1964), Mientras (1970) y Poesía con nombres (1977). Abordó
también la prosa autobiográfica en Historias fingidas y verdaderas
(1970).