martes, 28 de noviembre de 2017

Belleza Oculta



Pisaba Albanio ya el umbral de la adolescencia, e iba a dejar la casa donde había nacido, y hasta entonces vivido, por otra en las afueras de la ciudad. Era una tarde de marzo tibia y luminosa, visible ya la primavera en aroma, en halo, en inspiración, por el aire de aquel campo entonces casi solitario. Estaba en la habitación aún vacía que había de ser la suya en la casa nueva, y a través de la ventana abierta las ráfagas de la brisa le traían el olor juvenil y puro de la naturaleza, enardeciendo la luz verde y áurea, acrecentando la fuerza de la tarde. Apoyado sobre el quicio de la ventana, nostálgico sin saber de qué, miró al campo largo rato. Como en una intuición, más que en una percepción, por primera vez en su vida él adivinó la hermosura de todo aquello que sus ojos contemplaban. Y con la visión de esa hermosura oculta se deslizaba agudamente en su alma, clavándose en ella, un sentimiento de soledad hasta entonces para él desconocido. El peso del tesoro que la naturaleza le confiaba era demasiado para su solo espíritu aún infantil, porque aquella riqueza parecía infundir en él una responsabilidad y un deber, y le asaltó el deseo de aliviarla con la comunicación de los otros. Mas luego un pudor extraño le retuvo, sellando sus labios, como si el precio de aquel don fuera la melancolía y aislamiento que lo acompañaban, condenándole a gozar y a sufrir en silencio la amarga y divina embriaguez, incomunicable e inefable, que ahogaba su pecho y nublaba sus ojos de lágrimas.

Luis Cernuda
Ocnos, Poesía Completa I
Ed. Siruela

A veces, al juntar unas cuantas palabras se prende un fuego que nunca antes había existido. Este es el misterio de los grandes libros y Ocnos es un libro extraordinario. Cernuda lo escribió en el exilio entre Glasgow y Londres cuando supo que ya nunca jamás volvería a España,  y en él evoca con  sutil sensibilidad los recuerdos infantiles y adolescentes de su Sevilla natal. Sabemos cómo la memoria dulcifica e idealiza el pasado, y en este sentido podemos afirmar que ella constituye en sí misma un género literario de ficción, quizá el más grande, el que a todos abarca; sin embargo, el calado autobiográfico del libro es innegable. Se publicó en Londres por vez primera en 1942, pero el poeta lo revisó y reescribió muchas veces durante su vida. La magia del libro consiste en cómo el autor consigue llevar de la mano al lector regalándole la pura percepción sin filtros de un niño al pasear por su ciudad, por las callejas, las tiendas, el río, los jardines y sus fuentes, la catedral o la universidad. De todos los poemas en prosa que componen este libro podríamos haber escogido cualquiera de ellos y todos nos hubieran servido para hablar de la Belleza, y subrayo la mayúscula, esa que nos transporta y nos lleva un poco más allá de los límites penitenciarios de lo racional. Es un libro que habla de lo cotidiano. Y, sobre todo,  de la esencia intemporal de esa cotidianidad, descubierta por un niño que apenas ha traspasado el umbral de la infancia a la adolescencia. Ese don descubierto a una edad muy temprana produce en el poeta un choque de trenes emocional entre el gozo y la soledad. Los poemas titulados El tiempo, La eternidad, La música, El acorde o Poesía y mitos (no os perdáis su lectura) dejan a uno conmovido por su sencilla hondura, su pálpito verdadero y su perfección lírica.
Una emoción parecida a la que cuenta Cernuda en su Belleza Oculta le sorprendió al pequeño y torturado Gurb en su primera adolescencia cuando, en una clase de música, su despistado profesor barbudo le puso un fragmento del conocido Canon de Johann Pachelbel. Una ventana inusitada se abría entonces  en su conciencia, y al asomarse por primera vez contempló con perplejidad y miedo aquel lumínico paisaje incomprensible. Inició así el camino de la Belleza, que, como el propio Cernuda nos cuenta en Ocnos, cura de la vida.  
La música que escucháis hoy, la que se consume mayoritariamente, es una consecuencia más de la aceleración de la Historia. De hecho es una música de usar y tirar (vosotros lo sabéis mejor que nadie), como tantas cosas creadas para tal fin, igual a la comida basura; pero no siempre fue así, de hecho nunca lo ha sido hasta ahora. Por eso es muy recomendable escuchar buena música y leer poesía, si es que no es una misma cosa, para intentar frenar el tiempo en nuestro interior y poder contemplar al mundo y a nosotros mismos aunque solo sea por unos instantes.
En esencia, Ocnos y el Canon me llevan al mismo lugar. Espero haberme aproximado un poco a él a través de la palabra. Hay un punto en que todas las artes se encuentran y se funden en un abrazo universal. Os dejamos con dos versiones, una de violines clásica y otra eléctrica más moderna. Escoged. Y que el tiempo se detenga, y que amanezca otra vez la Belleza en este mundo.

Gurb


 

BIOGRAFÍA

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