Pisaba
Albanio ya el umbral de la adolescencia, e iba a dejar la casa donde había
nacido, y hasta entonces vivido, por otra en las afueras de la ciudad. Era una
tarde de marzo tibia y luminosa, visible ya la primavera en aroma, en halo, en
inspiración, por el aire de aquel campo entonces casi solitario. Estaba en la
habitación aún vacía que había de ser la suya en la casa nueva, y a través de
la ventana abierta las ráfagas de la brisa le traían el olor juvenil y puro de
la naturaleza, enardeciendo la luz verde y áurea, acrecentando la fuerza de la
tarde. Apoyado sobre el quicio de la ventana, nostálgico sin saber de qué, miró
al campo largo rato. Como en una intuición, más que en una percepción, por
primera vez en su vida él adivinó la hermosura de todo aquello que sus ojos
contemplaban. Y con la visión de esa hermosura oculta se deslizaba agudamente
en su alma, clavándose en ella, un sentimiento de soledad hasta entonces para
él desconocido. El peso del tesoro que la naturaleza le confiaba era demasiado
para su solo espíritu aún infantil, porque aquella riqueza parecía infundir en
él una responsabilidad y un deber, y le asaltó el deseo de aliviarla con la comunicación
de los otros. Mas luego un pudor extraño le retuvo, sellando sus labios, como
si el precio de aquel don fuera la melancolía y aislamiento que lo acompañaban,
condenándole a gozar y a sufrir en silencio la amarga y divina embriaguez,
incomunicable e inefable, que ahogaba su pecho y nublaba sus ojos de lágrimas.
Luis
Cernuda
Ocnos,
Poesía Completa I
Ed.
Siruela
A
veces, al juntar unas cuantas palabras se prende un fuego que nunca antes había
existido. Este es el misterio de los grandes libros y Ocnos es un libro extraordinario. Cernuda lo escribió en el exilio
entre Glasgow y Londres cuando supo que ya nunca jamás volvería a España, y en él evoca con sutil sensibilidad los recuerdos infantiles y
adolescentes de su Sevilla natal. Sabemos cómo la memoria dulcifica e idealiza
el pasado, y en este sentido podemos afirmar que ella constituye en sí misma un
género literario de ficción, quizá el más grande, el que a todos abarca; sin
embargo, el calado autobiográfico del libro es innegable. Se publicó en Londres
por vez primera en 1942, pero el poeta lo revisó y reescribió muchas veces durante
su vida. La magia del libro consiste en cómo el autor consigue llevar de la
mano al lector regalándole la pura percepción sin filtros de un niño al pasear
por su ciudad, por las
callejas, las tiendas, el río, los jardines y sus fuentes, la catedral o la
universidad.
De todos los poemas en prosa que componen este libro podríamos haber escogido
cualquiera de ellos y todos nos hubieran servido para hablar de la Belleza, y
subrayo la mayúscula, esa que nos transporta y nos lleva un poco más allá de
los límites penitenciarios de lo racional. Es un libro que habla de lo
cotidiano. Y, sobre todo, de la esencia intemporal
de esa cotidianidad, descubierta por un niño que apenas ha traspasado el umbral
de la infancia a la adolescencia. Ese don descubierto a una edad muy temprana
produce en el poeta un choque de trenes emocional entre el gozo y la soledad.
Los poemas titulados El tiempo, La eternidad, La música, El acorde o Poesía y
mitos (no os perdáis su lectura) dejan a uno conmovido por su sencilla hondura,
su pálpito verdadero y su perfección lírica.
Una
emoción parecida a la que cuenta Cernuda en su Belleza Oculta le
sorprendió al pequeño y torturado Gurb en su primera adolescencia cuando, en
una clase de música, su despistado profesor barbudo le puso un fragmento del
conocido Canon de Johann Pachelbel. Una ventana inusitada
se abría entonces en su conciencia, y al
asomarse por primera vez contempló con perplejidad y miedo aquel lumínico
paisaje incomprensible. Inició así el camino de la Belleza, que, como el propio
Cernuda nos cuenta en Ocnos, cura de
la vida.
La
música que escucháis hoy, la que se consume mayoritariamente, es una
consecuencia más de la aceleración de la Historia. De hecho es una música de
usar y tirar (vosotros lo sabéis mejor que nadie), como tantas cosas creadas
para tal fin, igual a la comida basura; pero no siempre fue así, de hecho nunca
lo ha sido hasta ahora. Por eso es muy recomendable escuchar buena música y leer
poesía, si es que no es una misma cosa, para intentar frenar el tiempo en
nuestro interior y poder contemplar al mundo y a nosotros mismos aunque solo sea
por unos instantes.
En esencia, Ocnos y el Canon me llevan al mismo lugar. Espero haberme aproximado un poco a él a través de la palabra. Hay un punto en que todas las artes se encuentran y se funden en un abrazo universal. Os dejamos con dos versiones, una de violines clásica y otra eléctrica más moderna. Escoged. Y que el tiempo se detenga, y que amanezca otra vez la Belleza en este mundo.
En esencia, Ocnos y el Canon me llevan al mismo lugar. Espero haberme aproximado un poco a él a través de la palabra. Hay un punto en que todas las artes se encuentran y se funden en un abrazo universal. Os dejamos con dos versiones, una de violines clásica y otra eléctrica más moderna. Escoged. Y que el tiempo se detenga, y que amanezca otra vez la Belleza en este mundo.
Gurb