Don Quijote de Antonio Saura |
En el silencio de la noche, cuando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
estoy al cielo y a mi Clori dando.
Y al tiempo cuando el sol se va mostrando
por las rosadas puertas orientales,
con suspiros y acentos desiguales
voy la antigua querella renovando.
Y cuando el sol, de su estrellado asiento
derechos rayos a la tierra envía,
el llanto crece y doblo los gemidos.
Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento
y siempre hallo, en mi mortal porfía,
al cielo sordo, a Clori sin oídos.
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
estoy al cielo y a mi Clori dando.
Y al tiempo cuando el sol se va mostrando
por las rosadas puertas orientales,
con suspiros y acentos desiguales
voy la antigua querella renovando.
Y cuando el sol, de su estrellado asiento
derechos rayos a la tierra envía,
el llanto crece y doblo los gemidos.
Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento
y siempre hallo, en mi mortal porfía,
al cielo sordo, a Clori sin oídos.
En el Quijote, Primera parte, capítulo
XXXIV, Lotario a Camila
Suspira Lotario por
los huesos de Clori en estos versos, y es un suspiro en endecasílabos rimados
en consonante, 14, para ser más exactos, como corresponde a la estructura
clásica de un soneto. Es un poema de desamor, de queja a Clori y a los cielos
por no ser correspondido, por notarse Lotario ignorado a partes iguales por su
dama y por la divinidad a la que se encomienda: al cielo sordo, a Clori sin oídos. La cosa es que todo es mentira,
y Lotario es un impostor, y ahora explicaremos por qué. Estamos hablando de un
poema que se encuentra en el centro de una novela, El curioso impertinente, que a su vez se encuentra dentro de otra
novela El ingenioso hidalgo don Quijote
de la Mancha. Capítulo 34 de la primera parte. Y aunque parezca un lío
tiene explicación: don Quijote y Sancho llegan a una venta, y es allí donde el ventero saca unas hojas (novela El curioso impertinente) que encontró en
la maleta de otro huésped y, a continuación, el cura Pero Pérez comienza a
leerla. Resumo “wikipedianamente”: Es la historia de dos
amigos llamados Lotario y Anselmo, y de la esposa de éste, Camila. Anselmo,
presa de una impertinente curiosidad, pide a Lotario que corteje a Camila, para
saber si ésta le es fiel. Al principio, Camila rechaza indignada las
pretensiones de Lotario, y Anselmo queda muy satisfecho de la fidelidad de su
mujer, pero decide que Lotario insista… El soneto es una triquiñuela de Lotario urdida con
Anselmo, el marido, para seducir a Camila, pues el amor hacia Clori es un amor
fingido; pero es Camila quien sucumbe y queda impresionada ante la supuesta
sensibilidad y el talento de Lotario. El final de la historia no os lo cuento,
pero os lo podéis imaginar.
Después de darle muchas vueltas a qué poema elegir para
rendir nuestro pequeño homenaje al gran don Miguel de Cervantes, y al libro, en
su día internacional, que como sabéis es el 23 de abril (día en que se entrega
el galardón más importante de nuestras letras, El Premio Cervantes), he escogido este soneto como poema de la
semana por su sencillez y cercanía, pues un poema escrito en los albores del
siglo XVII está muy alejado, en principio, de los poemas que hemos leído a lo
largo de este curso, y no os quería asustar; y también por su temática, porque
¿quién no ha suspirado como Lotario (aunque en el caso de éste sea mentira) por
un ser del que ha estado o está enamorado y no ha sido correspondido? Y no os
preocupéis, si no os ha pasado, os pasará y lo pasaréis mal, y también eso
pasará. Otra curiosidad del poema de esta semana es que Cervantes, además de utilizarlo
en el Quijote, también lo hace para abrir la jornada
III de su comedia La casa de los celos.
Sobra decir que el Quijote es la novela que más ha
influido en la narrativa universal, y también la culpable de eclipsar parte de
la obra del genial escritor, porque Cervantes además de novelista, también fue
dramaturgo y poeta. Se la considera la fundadora de la novela moderna, y yo
añadiría de la posmoderna. Todos los hallazgos novelescos de todos los autores
contemporáneos a los que he leído, todos los que han indagado en nuevas formas
de narrar, en nuestra lengua o en otras, de una u otra manera ya están en el
Quijote. Cervantes abrió los caminos por donde el resto de novelistas han ido
transitando con mayor o peor fortuna a lo largo de la historia. El Quijote es
el segundo libro más leído de la historia después de La Biblia. Otro don Miguel,
esta vez, de Unamuno, lo defiende en uno de sus sonetos como un evangelio más;
os recorto algunos versos: Tu evangelio, mi
señor don Quijote, […] me vuelvo a los gentiles y les hablo
tus hazañas,
/haciendo de San Pablo
de tu fe, […]/ forjaré universal el quijotismo.
Me uno a Unamuno en la consideración del Quijote como un
evangelio, un manual de vida o una guía vital y espiritual. Intentaré
explicarme: además de todos los logros estructurales de los que ya hemos
hablado, para mí el personaje de don Quijote es un ente de ficción más real que
la mayoría de la gente con la que me cruzo a diario por la calle. Pero antes de
seguir os voy a confesar una cosa: muchas veces había oído yo y leído hablar
del Quijote como una obra maestra de la Literatura universal, y durante mucho
tiempo, incluso después de haber estudiado Filología, no entendía muy bien por
qué. Fue hace cuatro o cinco veranos cuando la grandeza del Quijote, a través
de intensas lecturas, se me reveló, y de pronto todo lo que había leído y
escuchado cobró sentido. Os decía que para
mí es más real que algunas personas con las que me cruzo a diario, y la causa
es su inmensa humanidad. Don Quijote es muchas cosas, pero es sobre todo bueno.
E ingenioso, como nos adelanta Cervantes en el título, e inocente como un niño,
y admirable como un sabio; y es un personaje que convierte la imaginación en
vida y la vida en imaginación; un personaje capaz de sobreponerse a todos los
obstáculos que la vida le va poniendo en el camino sin rendirse jamás. Don
Quijote es un ser que desea el bien y la justicia, y ese anhelo, junto a su
amor, Dulcinea, se convierten en el gran impulso de todas sus aventuras; un
personaje que es capaz de defender con
inapelables argumentos las más complejas disquisiciones morales a lo largo de
todo el libro. Don Quijote se toma la vida tan en serio, que a los
cincuenta años, más allá de dejarse llevar por el abatimiento y el tedio,
decide inventarse a sí mismo y jugar al juego de ser Caballero andante e ir en
busca de aventuras al lugar donde menos aventuras podían ocurrirle a nadie en
esa época: La Mancha a principios del siglo XVII. Y la grandeza reside en que
las consigue, consigue vivir aventuras que se perpetuarán a lo largo de los
siglos. Don Quijote ama sin límites y es, en resumidas cuentas, feliz. Después
de lo contado, ¿es don Quijote un loco, o no pasa esa supuesta locura a un
segundo plano? Por todo lo que acabo de
expresar, el personaje de la triste figura se convirtió en mi vida en algo tan
presente y real, que no puede dejar de ser el paradigma que me acompañará
siempre. Porque siempre vuelvo a su manantial inagotable.
A don Quijote me lo
encontré por primera vez en una biblioteca.
Ahora tengo varios ejemplares de la obra en la mía. A veces, en silencio,
me paro a contemplar mis libros, cada vez más numerosos, y oigo un rumor de
voces que se confunden y entremezclan y quieren salir de las páginas para
volver a mi imaginación: son todos los personajes de todos los libros que me he
leído a lo largo de mi vida. Por este motivo, en casa, aunque no haya nadie,
jamás me siento solo. Me encanta leer. Me encantan los libros. Lo digo
orgulloso y complacido. No hay un día en todo el año en el que no lea, que no
abra alguno de ellos y se ponga en marcha en mí el complejo y misterioso
engranaje de la imaginación. Necesito la lectura tanto como respirar, comer o
beber. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que leer me parecía una
actividad muy aburrida y muy trabajosa, hasta que un día en mi adolescencia,
obligado, pero también aconsejado por un profesor de Filosofía, cayó en mis
manos Siddhartha,
la gran novela de Hermann Hesse
y fue ella la que me sacó de mi
letargo. Sé que ya os ha pasado a muchos de vosotros, y sé también, estoy
convencido de ello, que a quien no le haya sucedido, le sucederá. Para mí,
todos los días del año son el día del
libro. Y como leer es algo que me hace muy libre y muy feliz, lo único que
puedo desearos es que, si aún no habéis dado con el libro de vuestra vida, que
tengáis suerte y lo encontréis cuanto antes. Hay uno de ellos que os está
esperando a la vuelta de la esquina. Y ojalá nosotros, vuestros profesores y
profesoras, podamos ayudaros a conseguirlo.
Gurb
BIOGRAFÍA ILUSTRADA DE CERVANTES
BIOGRAFÍA ILUSTRADA DE CERVANTES