Una oración,
como limosna insuficiente,
ha caído
sobre la tapa de tu féretro.
Te han condenado, Edith,
por no querer ser
la excepción que confirma
la regla. Porque
querías,
tú, gorrión
de la calle, ser
la regla. Porque
intentabas salirte de la calle.
Te han condenado como
si Dios no fuese amor. El dedo
ejemplar
-una uña sucia, como
si lo viera- se alzó
sobre tu frente
y mostró al mundo
que sólo esa limosna- por sí acaso...-
merecías.
De nuevo a la intemperie.
Esta vez " a la calle"
te han dicho.
A la calle amarilla
de los muertos, sin Senas,
sin flores, sin guitarras.
Pero tú, Edith, sonreirás.
Tuviste ya tu infierno
al borde de la cuna: sabes
lo que un niño criado con alcohol.
Edith, mystère Piaf, rezabas
no al morir, al cantar;
y sin saber por qué,
por quién acaso. Ahora
es cuando cantas en la inmensa calle
de Dios, alegremente,
Edith, mystére Piaf.
En el viento, hacia el mar
Julia Uceda
Ed. Fundación José Manuel Lara (2002)
Julia Uceda
Ed. Fundación José Manuel Lara (2002)
A Edith
Piaf la alimentaba su abuela materna (su madre no pudo hacerse cargo de
ella debido a su pobreza) echándole vino al biberón para matar a los microbios,
o eso cuentan: sabes/ lo que un niño
criado con alcohol, nos dice Julia
Uceda, la autora del poema de esta semana. De esto hace ahora cien años,
pues Edith Giovanna Gassion nació el 19 de diciembre de 1915 en plena
calle de París, debajo de una farola y ayudada por un gendarme, debido a que a
su mamá no le dio tiempo a llegar al hospital. Después de la primera experiencia con su
abuela, su padre, un acróbata callejero,
se hace cargo de ella, pero ingresa en el frente en la Primera Guerra
Mundial, y de nuevo tiene que confiar a la niña a otra abuela, esta vez la
paterna, dueña de un burdel en Normandía, y allí la niña es criada por las
prostitutas. Al finalizar la Guerra su padre vuelve y se lleva a Edith consigo,
y empiezan a pedir por las calles, mientras él hacía acrobacias. Un día, a la
niña, que ya tenía 9 años, le dio por cantar la Marsellesa, que era la única
canción que se sabía, y gustó tantísimo su voz que se convirtió en algo
recurrente. Así empezó la carrera musical de una de las celebridades de la
canción francesa del siglo XX, icono de la ciudad de París. La calle fue hasta
los 20 años (más de la mitad de su vida) el lugar natural en donde Edith Piaf se
forjó como artista y como ser humano. Y así
nos lo recuerda Julia Uceda; lo repite hasta tres veces a lo largo del poema gorrión de la calle… Esta vez “a la calle” te han dicho… A la
calle amarilla / de los muertos…
El poema es una elegía, un canto de la poeta
sevillana a Edith Piaf después de su
muerte (Piaf significa gorrión en francés y es el sobrenombre que le puso a la
cantante el empresario que la descubrió, debido a su baja estatura). Pero
también es una crítica: a Edith Piaf le negaron, a pesar de su fe religiosa,
las exequias fúnebres por ser divorciada
Te han condenado. /Una oración, /como limosna insuficiente, / ha caído… La
fórmula Te han condenado, haciendo
referencia a la Iglesia (que no la ha perdonado), se repite en varias ocasiones. Eternamente desahuciada, si no
siempre en lo material, pues gozó de un grandísimo éxito en algunas etapas de
su vida, sí en lo sentimental (tuvo una vida apasionada, tortuosa y desgarrada
con una decena de parejas); también en el momento de su muerte, nos dice Uceda…
De nuevo a la intemperie/ Esta vez “a la
calle”/ te han dicho…
Pero a pesar de todo, al final del poema, en la
última estrofa se abre una brecha de luz: Pero
tú, Edith, sonreirás…/ahora/ es cuando cantas en la inmensa calle/ de Dios,
alegremente…
Vamos a detenernos ahora, brevemente, en la
canción de Edith Piaf que entre Rosa (la profe de Francés) y yo hemos escogido.
"Non,
je ne regrette rien" (No, no me arrepiento de nada) fue publicada
un 10 de Noviembre de 1960. Es considerada como una de las canciones más
importantes de su carrera. Esta canción, con música del cantante y compositor Charles
Dumont y letra del escritor Michel Vaucaire, fue escrita en 1956 e
interpretada por diversos artistas que no lograron hacerla conocida en Francia
ni darle ese toque mágico que luego, en voz de Piaf, dejaría
boquiabierto al publico. Pero en 1960, una año después de que Edith Piaf
hubiera decidido retirarse de los escenarios a
causa de sus constantes problemas de salud, la dependencia a la morfina y los
problemas sentimentales, los dos jóvenes compositores contactaron con la gran
diva para que grabara una canción que, según ellos, estaba hecha justamente
para ella. Al principio la cantante se
negó a volver a cantar, pero al ver la insistencia de los dos compositores,
decidió escuchar la canción. En el año 2007, en una entrevista, Dumont, con 81 años, afirmó: "Cuando
empecé a tocar el piano, la actitud de Piaf cambió de inmediato. Me hizo
tocar una y otra vez, tal vez unas 5 o 6 veces. Ella dijo que la canción era
magnífica, maravillosa, que fue hecha para ella ". Non, je ne regrette rien
siempre me ha parecido una gran lección y siempre me ha transmitido la fuerza y
el arrojo de La Mome Piaf para
seguir a pesar de todo. Si la llevamos a la vida de la cantante, nos habla de
cómo mystère
Piaf hace repaso de su vida pasada, con el bien
que le han hecho y el mal que ha padecido, con las tristezas que ha sufrido y
los placeres disfrutados. Y no se arrepiente de nada, todo está olvidado, todo
ha sido pagado, todo ha sido barrido por los años, ella ha puesto un punto y
aparte a su existencia porque hoy comienza el resto de su vida…
Esta semana he escogido el binomio Julia
Uceda y Edith Piaf, porque ambas son artistas que me han emocionado y me han
enriquecido desde hace muchísimo tiempo. No sé cuándo las conocí. No recuerdo
en qué momento el desgarro de Edith Piaf me puso por primera vez los pelos de
punta, ni tampoco cuándo comencé a disfrutar con la música de los versos de una
de nuestras grandes poetas, Julia Uceda. A Edith Piaf la sigo escuchando con
pasión en casa y en el coche y siempre termino con un nudo en la garganta. Sus
canciones son para mí como un billete de ida y vuelta a París. En la poesía de
Julia Uceda encontré un lugar habitable en donde poder meditar con los
planteamientos éticos de la escritora sobre el pasado más reciente de España. La
visito muy frecuentemente. Julia Uceda fue, asombrosa y alarmantemente, la
primera mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura en su segunda etapa, en
2003, por En el viento, hacia el mar. En 2006 le fue otorgado el
Premio de la Crítica de Poesía castellana por Zona desconocida. No
me gusta valorar a las poetas y a los poetas por los premios obtenidos. Es una
vara de medir escasa e injusta, pero obviarlos me parece absurdo. En
numerosísimas ocasiones, además de acertar, el premio significa, como en este
caso, un buen puente al lector y un justo reconocimiento. Si cito los dos
galardones es para que apreciemos también en ella el mérito de haberlos
conseguido a través de una de las grandes obras poéticas de nuestro tiempo. La
historia de los dos premios no ha sido muy generosa con las mujeres. Julia
Uceda y Chantal Maillard (a quien
dedicaremos alguna semana más adelante) han sido las únicas en conseguir ambos.
La historia, en general, ha sido tremendamente
cruel con las mujeres. El Arte (como vimos hace unas semanas) y la Literatura
no han sido una excepción. Citando y descontextualizando a Dylan: The times they are a-changing. Afortunadamente.
Gurb
BIOGRAFÍA
Julia
Uceda (Sevilla, 1925) estudiosa y poeta, es
una escritora poco conocida para el público aunque con una producción poética
importante, avalada por el Premio Nacional de Poesía
2003. Fue, además, accésit del Premio Adonais y
codirige la colección de Poesía Esquio.
Julia Uceda
Valiente nació en Sevilla en 1925, en esa ciudad realizó sus estudios de
Filosofía y Letras doctorándose con una tesis sobre el poeta Jose Luis Hidalgo.
Como profesora universitaria ejerce en la Universidad de Cádiz y obtiene la
cátedra de Literatura Española en la Universidad de Sevilla.
En 1965 se
traslada a EEUU donde imparte clases de literatura en la Michigan State
University. En 1973 regresa a España y fija su residencia en Narón. Pasó,
también, dos años de su vida en Ardee, Irlanda.
Su labor como
crítica se puede encontrar en revistas especializadas de España, Italia y
Estados unidos y es miembro correspondiente de la Real Academia Sevillana de
Buenas Letras. Está relacionada con el mundo de la poesía por ambos frentes,
codirige la colección de poesía Esquío y coordina la revista crítica La Barca
de Loto.
Luzmaría
Jiménez Faro considera que los poemas de Julia Uceda son poemas de percepción
activa que implican al lector no sólo en su contenido emotivo sino en el
hallazgo de ideas, sensaciones y lenguaje, logrando su propia plenitud. Para
Juana Castro la obra de Uceda posee una calidad y una vigencia que parece estar
escrita ahora mismo por una autora joven.
Fue Premio Nacional de Poesía en 2003 por En el viento, hacia el mar, y en 2006 obtuvo el Premio de la Crítica de Poesía Castellana. En 2007
fue galardonada con el Premio Nacional de la Crítica
por su poemario Zona desconocida,
y tiene la Medalla do Reino de Galicia
(2007). Se suele asociar a Julia Uceda con otro grupo de poetisas como Pura
Vázquez, Maria Elvira Lacaci o Angelina Gatell, que intentaron renovar el
lenguaje poético en los años 60 en España.
Su obra ha sido traducida a varios idiomas
como el portugués, inglés, chino y hebreo.