Tengo siete años. En la granja observo
por la ventana a un hombre que se
persigna
y procede a matar un cerdo.
No quiero ver el espectáculo.
Casi humanos, escucho
alaridos premonitorios.
(Casi humano es, dicen los zoólogos,
el interior del cerdo inteligente
aun más que perros y caballos.)
Criaturas de Dios los llama mi abuela.
Hermano cerdo, hubiera dicho San
Francisco.
Y ahora es el tajo y el gotear de la
sangre
y soy un niño pero ya me pregunto:
¿Dios creó a los cerdos para ser
devorados?
¿A quién responde: a la plegaría del
cerdo
o al que se persignó para degollarlo?
Si Dios existe
¿por qué sufre este cerdo?
Bulle la carne en el aceite.
Dentro de poco
tragaré como un cerdo.
Pero no voy a persignarme en la mesa.
José Emilio Pacheco.
En
resumidas cuentas.
Ed. Visor (2004)
Con el duro poema de esta semana, Cerdo ante Dios, del gran
poeta mexicano José Emilio Pacheco, cerramos nuestro puesto de poesía hasta el
próximo año. No sé muy bien las razones por las que he escogido este poema. Llegó
a mí el pasado sábado releyendo la antología de la que lo he escogido y,
sencillamente, creo que me ha servido de antídoto contra el cansancio del
ambiente prenavideño. Y, aunque el poema no tenga nada que ver con la Navidad,
lo que sí tiene es una descarnada lectura navideña. ¡Hay que ver lo que uno tiene
que aguantar cada vez que enciende la televisión o sale a la calle! En fin, yo
también me siento devorado por ese gran monstruo del consumismo y la felicidad
impostada. ¿Cómo es posible que una civilización camine en dirección contraria
a lo que en teoría fue la palabra de su líder espiritual y motivo de dicha celebración?
Seguramente el místico de Nazaret se horrorizaría del tinglado que hemos
montado en su nombre…
El poema expresa la violenta experiencia de un niño ante una
“matanza”. Pacheco evoca el recuerdo en
presente, reviviendo así, desde la pureza perceptiva del niño, la crudeza de la
escena. La inocencia y la sabiduría de un niño en la interpretación del mundo
nos deja encima de la conciencia adulta aquellos interrogantes de los que los
mayores huimos despavoridamente.
Bob Dylan publicó en 2009 Christmas
in the Heart, un disco de versiones de canciones de Navidad y
villancicos al que nunca le tuve demasiado apego. Sin embargo, esta tarde,
después de algunos años, reconozco que lo estoy disfrutando como nunca mientras
escribo este comentario. Tiene un sabor antiguo, nostálgico e íntimo que está
logrando emocionarme. Así que un consejo: si a alguien se le ocurre escuchar
villancicos en los próximos días, creo que una buena opción es que te los cante
un Nobel de Literatura. He escogido la divertida, nerviosa y gamberra versión
de Must
Be Santa. Espero que os guste. Con ella os
deseo lo mejor para el próximo año.
Gurb
BIOGRAFÍA