Naturalizar lo que ya es natural por naturaleza, vaya
galimatías, es de lo que vamos a hablar a lo largo de esta, seguro, intensa
semana. Os aseguro que a mí me costó muchos años comprenderlo. Mi generación
vivió con insistencia, en la primera España democrática de los años 80, la
moral homofóbica de la dictadura franquista, a través de sus padres y abuelos. El
repudio al homosexual, más bien hombre, porque las mujeres aún estaban más
ocultas, estuvo en mí presente durante muchos años. Incubado en mi familia,
algo que no fue una excepción, y expandido a través de ocho años de educación
religiosa salesiana, el virus de la homofobia había infectado por completo la
conciencia de aquel niño y aquel adolescente. No sé exactamente cuándo los
libros empezaron a curarme, ni sé cuándo la experiencia de nuevas amistades y
viajes consiguieron darle la vuelta a todo este despropósito cultural. La cosa
es que con amigas y amigos homosexuales comprendí que, de los seres humanos,
una de las cosas que menos me importan es con quién pasen sus noches. Después
de muchos años, sigo pensando lo mismo. Naturalizar lo que ya es natural por
naturaleza, insisto, es de lo que ya estamos hablando.
Quiero hacer
contigo todo lo que la poesía aún no ha escrito, el primer videopoema que
vamos a ver y escuchar hoy, de Elvira Sastre, es un encuentro amoroso lleno de
sensualidad y erotismo, de frescura y vitalidad. Parece que la poesía
pudiera ponerse unos vaqueros
y una camiseta ajustada y salir a la calle y entrar en los bares y en los pubs
y en las discotecas sin que nadie pudiera mirarla de reojo. Un
poema homoerótico, un hermoso poema de amor lésbico que me emociona por su
desmelenada fuerza y sinceridad.
El segundo videopoema
va un poco más allá; habla de la experiencia del amor como algo que pertenece a
partes iguales al ámbito físico y espiritual del ser humano. Tiene la
profundidad de las cosas más sencillas que uno tarda más tiempo en aprender. Su
autor es Juan Antonio González Iglesias. Cuando estoy un poco más jodido de la
cuenta, siempre leo poemas suyos.
Mi padre se
pintaba las uñas de los pies es un poema en prosa
de Jesús Aguado. Un papá oficinista, travesti en sus horas libres, y entrañable;
visto por los ojos en secreto de su hijo, un niño. Poco más puedo decir de él, su
grandeza también reside en su sencillez.
Por último
vamos a ver y escuchar el vídeo musical I
Want to break free, un clásico de la banda de rock británica Queen, publicado en 1984 y censurado
incomprensiblemente en Estados Unidos hasta 1991. Sublime y casposo a partes
iguales, ha envejecido tan bien que aún sigue siendo, no solo actual, sino,
además, transgresor. Un monumento a la libertad.
Cambiando de
tema, lo que sujeto ahora mismo entre los dedos es una moneda de euro, el
pegamento de la Europa de hoy, una Europa de la que no me siento especialmente
orgulloso. Conservadora, ensimismada y con los muros cada vez más altos, si
tengo que ser honesto, aún no creo en ella. En lo que sí creo y de lo que sí me
siento orgulloso es de compartir con todos vosotros y con todas vosotras,
búlgaros, rumanos, húngaros y franceses, esta semana. Durante estos días vamos
a experimentar a través del encuentro la construcción de la Europa que vendrá, de
la que somos no solo partícipes, sino responsables. Que nuestra unión no sea
una triste moneda, que lo que cotice al alta sea el corazón. Abramos todas las
fronteras, físicas y mentales. Que lo humano prevalezca por encima de todo. Y que sea de provecho
para todos. Gracias por estar aquí.
Gurb
Enlace al poema Acepto que belleza de Juan Antonio González Iglesias
Mi
padre se pintaba las uñas de los pies. Cada una de un color. Sólo yo estaba en
el secreto. Si hacía buen tiempo, se sentaba en la mecedora del balcón y
apoyaba las piernas en la barandilla. Si no, me pedía que soplara para que se
secaran más rápido. Luego se vestía de traje y corbata y se iba a la oficina.
Nadie podía adivinar el arcoiris de sus uñas. Sol después de la lluvia: así era
él.
Jesús Aguado
Carta al padre
Fundación José Manuel Lara (2016)
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